Deseo morir
al terminar el día,
pidiendo al ocaso que destile,
uno a uno,
mis recuerdos.
Cuando se me transforme
en suspiro la alegría y
el placer se vuelva el ave,
que errante parte
en busca de mejores horizontes.
Morir, y pronto, mientras aún
conservo la dulce silueta
de tu cuerpo
en la opaca luz
de mis pupilas.
Antes de empezar a añorar
las frágiles sensaciones
que, poco a poco,
me abandonan.
Deseo morir
contemplando,
con el rostro demudado,
la vida que,
lentamente,
cual fina arena,
se escurre entre mis dedos.
Mientras la máscara
de la fútil gloria
corona de laureles el
ancho mar de mis victorias.
Morir, sólo eso, para encontrar
esa misteriosa cura
que ha prometido
cerrar nuestras heridas.
Pues en esto
se resume mi largo camino,
fuera del que vagué buscándote
y al que ahora
regreso para perderte.
Deseo morir
sin cuestionarme
la razón de tus silencios,
con la cara vuelta
a nuestro amor eterno,
vida que me dejas,
sin otra cosa que mis sueños.
Santa Cassandra Aguilera Hernández (SCAH)
Me gustó mucho, se lee corrido, se entiende perfecto y evoca la nostalgia de amores perdidos en el tiempo, así lo interpreté.
¡Gracias por leerlo!
¡Bravo! Me ha fascinado, Santa. Es en verdad genial. Como dicen arriba, se lee perfectamente de corrido y te seguí en cada imagen. Es muy triste, sentir la manera en que los pequeños o grandes placeres se extinguen. Es de mis favoritos. Definitivamente tengo que aprender de vos. Felicidades y perdón por la tardía lectura, he tenido dificultades técnicas.
Nos leemos pronto.